lunes, 18 de agosto de 2008

SUSTANCIAS

Introducción

Se habla de abuso de sustancias cuando se utiliza un fármaco u otra sustancia con fines no médicos, con la intención de producir algún tipo de efecto que 'altere la mente' del consumidor. Esto incluye tanto el consumo de sustancias ilegales como el abuso de fármacos legales, si se utilizan con fines distintos del uso al que están destinados. A menudo esto implica el consumo de una sustancia en cantidades excesivas.

La adicción es un estado de dependencia física y/o psicológica de una sustancia. La adicción física incluye el desarrollo de tolerancia (necesitar más y más cantidad de droga para que se consiga el mismo efecto) y síntomas de abstinencia que aparecen cuando el consumidor deja de tomar la droga, y desaparecen cuando se vuelve a tomarla.

Pueden consumirse muchos tipos distintos de drogas: no sólo las drogas ilegales, tales como la heroína, hachís, cocaína o éxtasis, sino también los fármacos tales como los tranquilizantes, analgésicos (calmantes), y somníferos. Incluso se puede abusar de los medicamentos como los jarabes para la tos o hierbas medicinales, y el abuso del alcohol es algo que preocupa gravemente.

Algunos de los riesgos asociados con el consumo de drogas incluyen:

- El riesgo relacionado con la seguridad personal (peligro de muerte o de lesiones en caso de sobredosis, accidente o agresión).
- Los daños a la salud (incluyendo daños cerebrales, fallo hepático, problemas mentales, etc.)
- Las consecuencias legales (riesgo de encarcelamiento, multas y antecedentes penales)
- La conducta destructiva (daños a uno mismo, a la familia y amigos).

La drogadicción también es una causa corriente de problemas financieros y de dificultades en la escuela o en el trabajo. Muchas personas podrían mentir o robar para poder seguir usando la droga y, como resultado, pueden perder la confianza de sus amigos y familiares. Pueden sentir vergüenza o culpabilidad, debido a los continuos fracasos en su intento de controlar su adicción a la droga. A pesar de todas estas dificultades, las personas que dependen de las drogas a menudo negarán que tienen un problema. Una persona podría negar el problema pese a ser consciente, y estar por ello disgustada, de los efectos que el consumo de drogas tiene sobre sí mismo, y sus familiares y amigos. A pesar de estos efectos negativos, se siente obligada a seguir usando la droga y, por ello, su reacción es negar que tenga un problema de drogas, o negar que es perjudicial para sí mismo o para los demás.

Se puede abusar del alcohol y de las drogas por muchas razones. Comprender la motivación del consumidor puede ayudar a explicar el porqué de su abuso. La causa del consumo de drogas y de su adicción dependerá de la naturaleza de la droga que se está consumiendo, de la persona que la toma y de las circunstancias en las que se toma.

Ciertos medicamentos como los somníferos o los calmantes crean adicción física. Esto significa que provocan cambios en el cuerpo, lo que significa que, con el tiempo, la persona necesitará seguir tomando la droga para funcionar normalmente (tolerancia). Si no se toma la droga, se producirán desagradables síntomas de abstinencia, y la única forma de evitarlo es tomar más droga. Las personas suelen necesitar cantidades cada vez mayores de droga, simplemente para evitar estos síntomas desagradables. Otras drogas pueden dar lugar a una adicción psicológica si la persona tiene ansia por el efecto producido por la droga. La persona comienza a confiar en la droga simplemente para experimentar sensaciones agradables, tales como relajación, autoconfianza, autoestima, no sentir ansiedad etc. La necesidad de la droga entonces no es sólo un deseo casual, sino un poderoso impulso.

Existe evidencia de que ciertas personas podrán correr mayor riesgo de abuso o adicción a las drogas que otras - podrían haber heredado de sus padres una predisposición a la adicción. Sin embargo, las presiones sociales y otros factores externos (estrés, pobreza, otras enfermedades) también son extremadamente importantes. La presión de los compañeros, la angustia emocional y la baja autoestima todas ellas pueden llevar a los individuos al consumo de drogas. El fácil acceso a las drogas es otra importante influencia.

Si una persona consume una droga para sentirse mejor o para afrontar sus problemas, es posible que comience a depender continuamente de la bebida o de las drogas como una forma de evitar las situaciones o los sentimientos difíciles. Podría perder, o no aprender nunca, las dotes necesarias para hacer frente a la vida.

Los individuos que consumen las drogas (o el alcohol) ocasionalmente, nunca creen que van a depender de ellas, pero para algunos individuos, el consumo ocasional de una droga puede convertirse en una drogadicción. Es posible que tomen la droga por primera vez por alguna razón determinada (p. ej., curiosidad, presión de sus compañeros, una necesidad de sobrellevar una crisis emocional). Pueden encontrar el efecto de la droga eficaz y agradable. Podría hacer que se sientan confiados, relajados o potentes. Habiendo tenido una buena experiencia, tomarán otra vez la droga, tratando de repetir el efecto, y podrán seguir tomándola cada vez con más frecuencia. En alguna fase, llegan a tener una dependencia física o psicológica de la droga. Esto significa que son incapaces, por su propio esfuerzo, de dejar de tomar la droga o de reducir su consumo. No tienen elección, lo único que pueden hacer es seguir tomándola para sentirse normales. Es posible que se den cuenta de que están bebiendo o usando más de lo que solían hacer, y pueden tratar de reducir su consumo rebajando la cantidad que toman cada vez, bebiendo/usando la droga sólo ciertos días o cambiando a otra droga. Sin embargo, es muy corriente que sus esfuerzos terminen por fracasar completamente. El darse cuenta de que son incapaces de reducir la bebida o el consumo de las drogas, puede ser muy confuso y angustioso para la persona en cuestión.

La dependencia a la droga afecta a personas muy distintas, y en formas muy diferentes. El problema consiste no solo en que afecte a heroinómanos indigentes o a borrachos vagabundos. Por ejemplo, algunas personas necesitan beber o tomar drogas para sentirse seguras cuando tienen contactos sociales con otras personas. Es posible que tengan que tomar cada día un trago o una droga para evitar los síntomas de abstinencia. Algunas beben o consumen drogas para olvidar problemas personales, otras para hacer frente al estrés de la vida cotidiana. Pese a que no les sea posible reconocer su problema, cualquiera que sienta una necesidad absoluta de seguir usando una sustancia para sentirse mejor es, de hecho, dependiente de dicha sustancia.

Abuso de sustancias por parte de los adolescentes y de los adultos jóvenes

El abuso de drogas y alcohol entre la gente joven es muy corriente, y puede tener consecuencias graves. Un gran porcentaje de las muertes (causadas por accidentes, homicidios, suicidios) entre las personas de edades comprendidas entre los 15 y 24 años están relacionadas con el abuso del alcohol o de las drogas. El consumo de drogas y alcohol también contribuye a las acciones criminales violentas, tales como el asalto o la violación.

El consumo reiterado y regular de drogas puede conducir a otros problemas, como la ansiedad y la depresión. Algunos adolescentes consumen regularmente drogas o alcohol para compensar la ansiedad, depresión, o la falta de aptitudes sociales. El consumo del tabaco y del alcohol por parte de los adolescentes puede ser, algunas veces, el primer paso hacia el consumo de otras drogas, tales como la marihuana, cocaína, halucinógenos, inhalantes, y heroína. Algunas veces, la combinación de curiosidad, conducta arriesgada, y presión social puede hacer muy difícil para los adolescentes el decir 'no'.

Un adolescente con un historial familiar de abuso de alcohol o de drogas, y una ausencia de dotes sociales puede pasar rápidamente de la experimentación a los perfiles de un abuso o dependencia serios, aunque los que carecen de historial familiar también corren riesgos. Se debería aconsejar a los adolescentes que tienen un historial familiar de abuso del alcohol o drogas que se abstengan y no experimenten. Nadie puede predecir con seguridad quién abusará o se convertirá en un drogadicto, excepto que quienes no prueban nunca lo serán.

Los signos de advertencia del abuso del alcohol o de las drogas por parte de un adolescente pueden ser:

- Un bajón en el rendimiento escolar
- Cambiar de grupo de amigos
- Conducta delincuente
- Un empeoramiento en las relaciones familiares.

Puede haber también signos físicos, tales como los ojos rojos, una tos persistente, y cambios en los hábitos de alimentación y del sueño. La dependencia del alcohol o de las drogas puede incluir 'blackouts', síntomas de abstinencia, y problemas más graves en el hogar, escuela o trabajo.

Tratamiento del abuso y de la adicción

El primer paso en el tratamiento es el reconocimiento por parte del individuo de que tiene un problema. El médico de cabecera será capaz de recomendar un tratamiento para las adicciones a las drogas. Podría sugerir que la persona en cuestión deberá visitar a un médico especializado en problemas de adicción.

Las personas que se han vuelto dependientes física o psicológicamente, hasta un cierto grado, de una droga, suelen darse cuenta de que están bebiendo o consumiendo más de lo que solían hacer. Podrían intentar entonces reducir su consumo de droga. Esto podría significar reducir la cantidad que toman cada vez; beber/consumir sólo ciertos días; cambiar a otra droga (p. ej., del whisky a la cerveza, del hachís al alcohol, de la heroína a la metadona) etc. Algunas veces, el tratar de reducir el consumo implica un cambio de vida (mudarse de casa, cambiar de trabajo). Sin embargo, es muy corriente que tales esfuerzos fracasen por completo, con gran asombro y consternación del individuo. Entonces tendrán que enfrentarse al hecho de que la drogadicción está más allá de su control, y que necesitan ayuda para enfrentarse a este problema.

El tratamiento deberá adecuarse a las necesidades del individuo, y no hay un tratamiento único que se utilice en todos los casos. La elección del tratamiento también dependerá de que tipo de droga se esté consumiendo. Los tratamientos incluyen terapias psicológicas, tales como la terapia conductual, y medicación para ayudar al individuo con síntomas de abstinencia. Las áreas específicas a las que debe prestarse atención durante el tratamiento incluyen:

- Desintoxicación (el proceso de dejar de consumir la droga mientras se hace frente a la adicción física)
- Evitar las recaídas
- Sobrellevar las recaídas
- Rehabilitación a largo plazo.

Trastornos relacionados con el alcohol

Para muchas personas, el beber alcohol es solo una forma agradable de relajarse. Los individuos que beben en exceso corren el riesgo de dañarse a sí mismos y a aquellos que les rodean. Los problemas con el alcohol pueden suponer un riesgo mortal, pero las terapias pueden ayudar a las personas a recuperarse.

Para la mayoría de los adultos, el consumo moderado de alcohol (no más de una o dos bebidas al día, una para las mujeres y las personas ancianas) es relativamente inofensivo, pero todos los bebedores deben ser conscientes de los riesgos asociados con el consumo de alcohol. El consumo moderado del alcohol yace en un extremo de toda una gama de conductas; en el otro extremo están el abuso del alcohol y el alcoholismo. Debido a que el alcoholismo suele contemplarse como un signo de debilidad, muchas personas esconden el hecho de que beben o niegan que tengan un problema. De hecho, el alcoholismo es una enfermedad que no es más signo de debilidad de lo que lo es el asma o la diabetes. Muchas personas (especialmente las que tienen un trabajo, familia y otras formas de apoyo social) pueden resolver sus problemas, aunque algunas necesitarán varios intentos.

Abuso del alcohol

El alcohol es, con mucho, la droga de la que más corrientemente se abusa en muchos países. Parte de la culpa la tiene su fácil disponibilidad y su aceptación social. Las personas que abusan del alcohol beben sistemáticamente en exceso, y hasta tal punto que la bebida puede llegar a tener efectos perjudiciales. Las personas que abusan del alcohol pueden no cumplir con sus obligaciones educativas, laborales o familiares. Podrán surgir problemas legales relacionados con la bebida, tales como las condenas por conducir en estado de embriaguez, y la bebida podrá causar problemas en sus relaciones personales.

Alcoholismo

Las personas con alcoholismo (dependencia del alcohol) son compulsivas a la hora de beber alcohol. El alcoholismo nada tiene que ver con la clase de alcohol que se bebe, o incluso con la cantidad que se bebe. Las personas que dependen del alcohol simplemente han perdido la capacidad de controlar la bebida.

En general, el problema de la bebida puede considerarse como alcoholismo cuando la persona:

- Bebe compulsivamente.
- Sigue bebiendo a pesar de los efectos negativo.
- Se enfada al no disponer fácilmente de alcohol.

No toda persona que se emborracha es un alcohólico. Muchas personas beben para experimentar; para ser sociables; para conseguir atención. Sin embargo, los alcohólicos no tienen la intención de emborracharse; el que beban es consecuencia de un impulso incontrolable.

Aunque a veces pueden controlar la bebida, los alcohólicos no suelen ser capaces de dejar de beber una vez que empiezan. A medida que aumenta su tolerancia a los efectos del alcohol, podrían necesitar beber cada vez más para sentir el mismo efecto. Algunas personas pueden hacerse dependientes físicamente y sufrir síntomas de abstinencia cuando dejan de beber después de un período en que han bebido en grandes cantidades. Esto puede incluir náuseas (sentirse enfermo), sudoración, inquietud, irritabilidad, temblores e incluso alucinaciones y convulsiones.

Se ha estimado que al menos una de cada diez personas abusa del alcohol o es un alcohólico en algún momento de su vida. Los problemas con la bebida también son corrientes entre la gente joven, a pesar del hecho de que muchos países imponen límites legales a la edad en que se puede beber en público. El porcentaje de problemas con el alcohol tiende a ser mayor entre los adultos comprendidos entre los 18 y 29 años, y más bajo entre las personas mayores de 65 años.

Causas del alcoholismo

Diversos factores parecen ser importantes. Para algunas personas, ciertos aspectos de la personalidad, tales como la impulsividad, la baja autoestima y la necesidad de aceptación pueden llevar a beber de forma inapropiada. Algunas personas beben para sobrellevar sus sufrimientos emotivos, y otras usan el alcohol para 'medicar' otros trastornos mentales. Cuando una persona comienza a beber en exceso, esto puede conducir a una dependencia física, lo que significa que la bebida se convierte en la única forma de evitar el malestar.

Los factores genéticos (hereditarios) suponen que algunas personas corren un riesgo especial de convertirse en dependientes del alcohol. Poder 'tomar una copa' probablemente quiere decir que la persona corre más riesgo, no menos. Los hijos de alcohólicos tienen aproximadamente cuatro veces más posibilidades de convertirse en alcohólicos que otros niños, pero un historial familiar de alcoholismo no significa que el niño crecerá para convertirse inevitablemente en un alcohólico. También son muy importantes otros factores, tales como la presión social a beber, y la fácil disponibilidad del alcohol. La pobreza y las experiencias de abuso sexual o físico también incrementan el riesgo de que una persona se convierta en alcohólica. Cuanto más joven se empieza a beber, mayores son las posibilidades de que, en algún momento, la persona desarrolle un trastorno relacionado con el alcohol.

Consecuencias del consumo excesivo del alcohol

El alcohol reduce algunas de nuestras funciones cerebrales, con toda suerte de consecuencias. Por ejemplo, cuando se inhiben los centros cerebrales del habla, la persona hablará arrastrando las palabras; cuando los centros de visión están afectados, se producirá una visión distorsionada; cuando se deprimen los centros de coordinación, se produce la pérdida del equilibrio y del control de los miembros. Este efecto dura algunas horas después de beber, pero el alcohol también produce una agitación más débil (o irritación) del sistema nervioso que dura mucho más. Esta es la causa de la resaca de la "mañana siguiente" y de la inestabilidad. Este efecto suele hacer que los bebedores nocturnos vuelvan a beber a la mañana siguiente, ya que su desagradable agitación puede pasar temporalmente al beber más alcohol. Así se pone en marcha un círculo vicioso, que puede jugar un papel importante en los esquemas del consumidor de bebidas alcohólicas.

Los bebedores moderados tienen menos probabilidades de sufrir problemas cardíacos que en el caso de la gente que no bebe o de los que beben grandes cantidades, pero no es recomendable comenzar a beber sólo para beneficiar el corazón. Sería mejor practicar regularmente una actividad física y cambiar a una dieta baja en grasas. Incluso para aquellos que beben sin peligro y decidan hacerlo, la clave está en la moderación. El exceso de bebida puede aumentar de hecho el riesgo de fallos cardíacos, derrames cerebrales y alta presión sanguínea.

Los efectos a corto plazo del alcohol incluyen la pérdida de memoria, resaca y 'blackouts', pero a menudo no se evidencian estos problemas hasta que resultan ser serios. A largo plazo, la bebida copiosa puede causar impotencia, problemas estomacales, problemas cardíacos, cáncer, serias pérdidas de memoria y daños hepáticos. El abuso del alcohol puede agravar las enfermedades mentales existentes (tales como la depresión o la esquizofrenia) o puede producir nuevos problemas (pérdida grave de memoria, depresión o ansiedad). También aumenta el riesgo de muerte debido a accidentes de circulación, homicidio y suicidio. Incluso para las personas que no son alcohólicas, el abuso del alcohol puede causar este tipo de problemas. Incluso beber moderadamente puede tener efectos no deseables (p. ej., beber antes de conducir, durante el embarazo, o cuando se toman ciertos medicamentos).

Los efectos del alcohol aumentan con los medicamentos que ralentizan el sistema nervioso central, tal ocurre con los somníferos, antihistamínicos, antidepresivos, fármacos anti-ansiedad, y algunos calmantes. Por ejemplo, si se están tomando antihistamínicos para un resfriado o una alergia, el alcohol aumentará la somnolencia que produce la medicación, haciendo así más peligrosa la conducción o el manejo de maquinarias. Los fármacos usados para algunas enfermedades, incluyendo la diabetes y las enfermedades cardíacas, pueden ser peligrosos si se mezclan con alcohol. La personas que están tomando cualquier fármaco que se vende sin receta deberán consultar con su médico o farmacéutico si pueden beber alcohol sin contratiempos.

Las personas con trastornos relacionados con el alcohol no sólo se hacen daño a sí mismas. Los efectos en sus familias y amigos pueden ser devastadores. El consumo excesivo de alcohol se cita corrientemente como una de las razones de los problemas con un familiar o en el seno del matrimonio. Estos pueden fluctuar desde la violencia directa del borracho hacia el cónyuge o los hijos, hasta problemas financieros causados por la necesidad de comprar alcohol. Los niños tienen más probabilidades de desarrollar problemas emocionales, sufrir abusos físicos y sexuales y desatención, y hacerse mayores para convertirse en alcohólicos. La mayoría de los hijos de alcohólicos han padecido algún tipo de abuso o desatención. Las mujeres que beben durante el embarazo corren un riesgo serio de dañar a sus bebés. Incluso los extraños pueden sufrir las consecuencias, como víctimas inocentes de accidentes de tráfico u homicidios.

Beber y conducir

Una cantidad muy pequeña de alcohol puede perjudicar la capacidad para conducir. Por ejemplo, ciertas dotes de conducción, como por ejemplo conducir el coche mientras, al mismo tiempo, se hayan de respetar las señales de tráfico, pueden verse afectadas por concentraciones de alcohol en la sangre tan bajas como el 0,02%. Un hombre de 80 kg tendrá una concentración de alcohol de aproximadamente un 0,04% una hora después de haber consumido dos cervezas normales con el estómago vacío. Cuanto más alcohol consuma, más afectada estará su capacidad para conducir. La reducción de la habilidad para conducir comienza a niveles muy bajos si se comparan con los que han sido establecidos como límites legales en algunos países.

Tratamiento

En general, los alcohólicos no pueden dejar de beber sólo con fuerza de voluntad. La mayoría necesita ayuda externa. Podrían requerir una desintoxicación con supervisión médica para evitar síntomas de abstinencia que podrían poner en peligro sus vidas (como los ataques epilépticos). Dependiendo de la gravedad del problema, el tratamiento puede tener lugar como paciente no internado, durante un período de hospitalización, o en un programa de tratamiento residencial. La naturaleza del tratamiento depende de la gravedad del alcoholismo del individuo y de los medios disponibles. Una vez que la persona se estabiliza, necesitará ayuda para resolver las cuestiones psicológicas que hayan podido conducir a la aparición de su problema con la bebida.

Tratamiento psicológico

Se ha encontrado que una serie de métodos psicológicos (tratamientos hablados) son útiles para abordar los problemas de la bebida. Estos métodos pueden ayudar a las personas a estimular su motivación para dejar de beber, a identificar las circunstancias que provocaron la afición a la bebida, a aprender nuevos métodos para hacer frente a las situaciones con alto riesgo de bebida, y a desarrollar sistemas de apoyo social dentro de sus propias comunidades. Dado que las familias influyen tanto en la bebida como en la recuperación, también es útil la terapia familiar y matrimonial. Se puede ayudar a los familiares a comprender el alcoholismo, y pueden aprender cómo apoyar a la persona durante el proceso de recuperación.

Se puede ayudar a las personas que no son alcohólicas pero que abusan del alcohol a reconocer los beneficios que supone abandonar una actitud malsana de beber, y a fijarse para ellas mismas cotas sobre la bebida. Algunas personas eligen abstenerse del alcohol, mientras que otras prefieren limitar la cantidad que beben. Se les puede indicar cómo reconocer las circunstancias que les provocan a adoptar actitudes nocivas de beber, y desarrollar nuevas vías para manejar esas situaciones. Algunos individuos que han dejado de beber después de haber experimentado problemas relacionados con el alcohol deciden asistir a grupos de apoyo emocional en busca de información y ayuda, incluso pese a que no han sido diagnosticados como alcohólicos.

Medicación

Para tratar el alcoholismo se utilizan por lo general medicamentos que tienen efectos anti-ansiedad. Tienden a utilizarse durante los primeros días de tratamiento, para ayudar a que el paciente se aleje con toda seguridad del alcohol.

Un fármaco que se desarrolló inicialmente para el tratamiento de las dependencias a los narcóticos o a los opiáceos, incluyendo la heroína y la morfina, hoy en día se utiliza también en el tratamiento de la dependencia al alcohol. Parece que reduce el ansia y los efectos gratos del alcohol. No provoca reacciones desagradables ni peligrosas con el alcohol, y no evita los efectos del alcohol en el cerebro. Tampoco reduce los niveles de alcohol en las personas, y no produce un efecto de 'sobriedad'.

Este medicamento no es una cura para el alcoholismo, pero junto con el asesoramiento, en muchas personas puede reducir el ansia por el alcohol, y ayudar a evitar una recaída. Tienen más probabilidades de beneficiarse del tratamiento aquellas personas que están altamente motivadas para dejar de beber, están en las primeras etapas de recuperación, están en un programa de tratamiento que incluye asesoramiento, y toman su medicación, a diario, de la forma prescrita.

En general, se prescribe inicialmente durante tres meses si el paciente tolera la medicación y se beneficia del tratamiento. Más adelante, el paciente y el médico pueden decidir si es necesario un tratamiento ulterior. El efecto secundario más corriente son las náuseas. Algunas personas han reportado dificultades para conciliar el sueño, ansiedad, nerviosismo, dolores/calambres abdominales, vómitos, poca fuerza, dolor muscular y en las articulaciones, y dolor de cabeza. Muchos de estos efectos son leves y desaparecen con el tiempo. Cuando se toma en dosis excesivas pueden producirse daños hepáticos.

Existe otra medicación más antigua, que desanima al bebedor produciendo náuseas, vómitos, y otras reacciones físicas desagradables cuando se bebe alcohol.

La importancia del apoyo de la familia y los amigos

El tratamiento del alcoholismo es eficaz en muchos casos, pero el tratamiento no termina cuando la persona deja de beber. Las personas requieren apoyo continuo para ayudarles a evitar las recaídas. Incluso después de que termine el tratamiento formal, muchas personas buscan apoyo adicional a través de la participación continuada con grupos de apoyo emocional, tales como Alcohólicos Anónimos. Sólo una minoría de las personas serán capaces de que pase un año desde el tratamiento sin haber tenido recaídas. Con mayor frecuencia, las personas recaen una o más veces antes de conseguir una recuperación a largo plazo. Las recaídas no significan que la persona haya fracasado o que no pueda recuperarse con el tiempo. Si se produce una recaída, es importante que la persona vuelva a tratar de dejar de beber, y que consiga la ayuda necesaria para hacerlo. El apoyo por parte de los familiares y de otros puede ser muy importante para una recuperación a largo plazo.

Convencer a las personas de que acepten ayuda cuando no están dispuestas a ello, puede ser una tarea muy difícil. A menudo, los parientes protegen a la persona inventando excusas sobre lo que beben y ayudándoles a salir de las dificultades en que interviene el alcohol. Es muy importante no hacerlo, de forma que la persona sufra los efectos perjudiciales de su bebida y, así, se motive más a dejar de beber. Los parientes también pueden ayudar a buscar información sobre las opciones de tratamiento.


Drogas estimulantes

Los estimulantes son drogas que estimulan el cerebro, y tienden a incrementar la actitud de alerta y la actividad física. Incluyen las anfetaminas, la cocaína, la cocaína crack y algunos inhalantes. La cafeína (presente en el té, el café y muchos refrescos) es también una droga ligeramente estimulante (la cafeína crea adicción y una persona que deja de tomar bruscamente café puede experimentar síntomas de abstinencia). Las drogas estimulantes de las que más se abusa son la cocaína, la cocaína crack (una forma pura de cocaína) y las anfetaminas.

Los diferentes estimulantes actúan de forma distinta en el organismo. Por ejemplo, los inhalantes a base de nitrato provocan la dilatación (ensanchamiento) de los vasos sanguíneos; la cocaína y el 'crack' alteran los niveles cerebrales de la serotonina (neurotransmisor químico cerebral); las anfetaminas afectan la secreción de un compuesto químico diferente, la adrenalina. Hablando de manera general, todos estos estimulantes tienen un efecto similar, producen la estimulación mental y/o física. Esto puede experimentarse como un aumento de energía física y/o claridad y velocidad de pensamiento.

Anfetaminas

Las anfetaminas fueron muy utilizadas para el tratamiento de la depresión leve en las décadas de los años 1950 y 1960 pero, debido a sus efectos secundarios y propiedades adictivas, la mayoría de ellas fueron eliminadas del uso médico. Si se utilizan correctamente, las anfetaminas aumentan la actitud alerta y la habilidad física. Todavía se utilizan en el tratamiento de la narcolepsia, un trastorno del sueño poco común, y para los niños que padecen el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (ADHD). Las anfetaminas por prescripción pueden adquirirse por medios legales o ilegales, y se venden ilegalmente en forma de pastillas o cápsulas. No suelen incluirse entre los estupefacientes debido a su limitada disponibilidad.

El sulfato de anfetamina, que se fabrica ilegalmente, es el tipo de anfetamina del que se abusa más frecuentemente. Es un polvo fino, de color blancuzco, que generalmente contiene del 6 al 10% de anfetamina (siendo el resto cualquier cosa, desde levadura en polvo hasta laxante). Los consumidores toman anfetaminas esnifándolas por la nariz, poniendo una pizca en la lengua, disolviéndolas en una bebida, liadas en papel de fumar e ingiriéndolas, inyectándolas o fumándolas con tabaco.

La anfetamina es un estimulante cerebral, es decir, aumenta la actividad del cerebro. También provoca la secreción de adrenalina, que conlleva un aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, aumento de la presión sanguínea y reduce el apetito. Bajo la influencia de la droga, los consumidores de anfetaminas suelen experimentar un refuerzo temporal en su autoconfianza y sentirse con más energía que de costumbre. Pueden estar excesivamente habladores y muy activos, levantándose continuamente y dando vueltas (de ahí la denominación 'speed' (velocidad) en argot). Pueden encontrar difícil el relajarse e imposible el dormir. Tendrán poco o ningún apetito. Sin embargo, las anfetaminas no eliminan la necesidad de descansar o alimentarse, tan solo la posponen.

Cuando se inyecta, la anfetamina produce un efecto inmediato. Si las anfetaminas en polvo se ingieren o se esnifan, su efecto se produce al cabo de 10 a 40 minutos. Las anfetaminas con prescripción facultativa pueden ser de acción lenta o rápida, ya que algunas son medicinas de acción corta y otras de acción a la larga. Los efectos de una sola dosis de anfetaminas suelen durar entre 3 y 6 horas.

Las anfetaminas pueden causar irritabilidad, inquietud, tensión de los músculos de la mandíbula y rechinar de dientes. Debido a que los consumidores tienden a dejar de comer o de dormir y son demasiado activos, los efectos posteriores del consumo prolongado de la anfetamina incluyen cansancio extremo, hambre y aumento del apetito, apatía y depresión. Otros efectos secundarios incluyen la visión borrosa, el insomnio y los mareos. Muchas mujeres que toman anfetaminas encuentran que sus períodos son irregulares o incluso que cesan de tenerlos.

Para mantener el efecto deseado, los asiduos a las anfetaminas necesitan tomar dosis cada vez más altas. Cuando dejan de tomarlas, suelen sentirse deprimidos y apáticos. Las dosis elevadas, especialmente si se repiten con frecuencia, pueden producir delirio, ataques de pánico, alucinaciones y sensaciones de paranoia.

Las anfetaminas crean adicción psicológica. Los consumidores suelen hacerse dependientes de la droga para evitar la depresión que experimentan cuando desaparecen sus efectos. Esto podría hacer que una persona tome dosis cada vez mayores y con mayor frecuencia, o que consuma otras drogas más potentes.

Los consumidores habituales que toman dosis altas pueden tener delirios, alucinaciones y paranoia. El consumo de las anfetaminas duras pueden dañar los vasos sanguíneos y causar fallo cardíaco, especialmente entre las personas que ya tienen la presión arteria altal o problemas de corazón.

Cocaína

En el pasado, la cocaína ha sido utilizada en medicamentos y tónicos para diversos síntomas, y los médicos han sabido durante muchos años que las personas se hacen rápidamente dependientes de esta droga.

La cocaína se utilizaba ampliamente como anestésico local para intervenciones quirúrgicas leves, pero hoy en día se emplean más corrientemente los anestésicos sintéticos. La cocaína no tiene ninguna otra aplicación médica.

La cocaína es un poderoso estimulante. Se deriva de la hoja de la coca, un arbusto que crece en Colombia, Perú y Bolivia. Existe un amplio mercado ilegal internacional de tráfico de cocaína en sus distintas formas. A menudo se vende como un polvo fino, cristalino, de color blanco, mezclado con sustancias inertes tales como el polvo de talco o el azúcar molido; anestésicos locales o estimulantes. Generalmente se esnifa a través de una paja o de un papel enrollado. Algunas personas colocan el polvo debajo de la lengua y en las encías. También puede fumarse o inyectarse. Al igual que cualquier otra droga que se tome por vía nasal, esnifar la cocaína puede dañar la membrana nasal.

En los años 70 y 80 la rareza de la cocaína y su alto coste hizo que se la considerara una droga de ricos, tales como las estrellas de cine. En la década de los años 90, su bajo coste, fácil disponibilidad y su (falsa) reputación como droga no-adictiva ha hecho que se extienda su uso entre la gente joven.

Cocaína crack

El clorhidrato de cocaína puede revertir a su forma básica mediante un sencillo proceso químico. Esto se llama 'liberar la base' y puede ser peligroso porque los disolventes utilizados son muy inflamables. La forma resultante de la cocaína se llama 'base libre' o 'crack', y adopta la forma de cristales relativamente grandes. El crack es cocaína pura y, como que no es soluble en agua, ha de fumarse. Su nombre proviene del sonido de crujido que produce cuando se fuma. El crack se absorbe en el organismo mucho más rápidamente que cuando se esnifa la cocaína en polvo, y por ello hace efecto muy rápidamente. Es una forma muy potente de la cocaína, es altamente adictiva y se consume mucho.

Generalmente, la cocaína produce sentimientos de bienestar mental y euforia. El consumidor se siente lleno de energía, hablador y mentalmente alerta, especialmente a las sensaciones visuales, sonoras y táctiles. La cocaína también reduce el apetito y las ganas de dormir. En muchas formas, el efecto de la cocaína es similar al de las anfetaminas; al igual que esas drogas, la cocaína puede causar ataques de ansiedad o de pánico. Los efectos posteriores de la cocaína pueden incluir el cansancio y la depresión, y las dosis excesivas pueden causar la muerte por fallo cardíaco.

Cuando la cocaína se esnifa, el efecto aparece poco después de tomársela, con un máximo en aproximadamente 15 a 30 minutos y que desaparecen entre los 30 minutos y las 2 horas. Ya que el 'estímulo' dura poco tiempo, esto hace que el consumidor se anime a repetir la dosis para mantener el efecto, a menudo en menos de media hora. Muchas dosis reiteradas en un corto período de tiempo pueden causar extrema agitación, ansiedad o paranoia. El deseo de consumar de nuevo la cocaína es incluso más fuerte en el caso de la cocaína crack, ya que sus efectos ocurren inmediatamente que se fuma la droga, y comienzan a desaparecer poco después. Los consumidores de crack suelen repetir la dosis a intervalos cortos en un intento de mantener el efecto.

Si la cocaína se consume durante un período prolongado, la euforia se ve sustituida por inquietud, excitabilidad extrema, insomnio, paranoia y, con el tiempo, alucinaciones y delirios. Estos síntomas son muy similares a la psicosis anfetamínica y a la esquizofrenia paranoica, aunque suelen desaparecer cuando se interrumpe el consumo de la droga.

Hoy en día, no se ha demostrado la tolerancia a los efectos de la cocaína. Los consumidores podrían seguir tomando la dosis original durante largos períodos, siempre con el mismo efecto. Sin embargo, algunos consumidores aumentan la dosis en un intento de intensificar y prolongar su efecto. Tampoco está claro si puede producirse dependencia física al clorhidrato de cocaína. Sin embargo, cuando algunos de los consumidores habituales de la droga dejan de tomarla, experimentan una poderosa reacción negativa, lo que podría sugerir una dependencia física.

La cocaína crack sí que produce una fuerte dependencia física. Con un consumo muy habitual, aparecen síntomas cada vez más desagradables. La euforia se ve sustituida por inquietud, sobreexcitabilidad y náuseas. El consumo continuado puede conducir a la psicosis paranoica. Los consumidores habituales pueden parecer crónicamente nerviosos, excitables y paranoicos. También es corriente la confusión como resultado del agotamiento debido a la falta de sueño.

Entre los consumidores muy habituales de cocaína, puede producirse una intensa dependencia psicológica; sufren depresión grave cuando se acaba el suministro de cocaína, que únicamente se quita cuando la toman de nuevo. En trabajos experimentales se ha comprobado que la cocaína podría ser la droga más potente de todas a la hora de producir una dependencia psicológica. Cuando no toman la cocaína, los consumidores habituales se quejan de padecer trastornos alimentarios y del sueño, depresión y ansiedad, y el deseo ardiente por la droga suele obligarles a tomarla de nuevo.

La muerte por sobredosis de cocaína puede deberse a convulsiones, fallo cardíaco, o depresión de las partes del cerebro que controlan la respiración. La esnifación crónica de cocaína suele provocar congestión, moqueo y eccema, y daños en las membranas nasales y en el tabique de separación de las ventanas nasales. Los consumidores que se inyectan la droga corren el riesgo de padecer infecciones por usar agujas compartidas con otros. El riesgo para la salud mental por consumo de cocaína es muy alto. El consumo regular puede provocar ansiedad, paranoia y psicosis, que puede producir problemas permanentes de salud mental.


Drogas alucinógenas

Los alucinógenos (o drogas psicodélicas) afectan a la percepción visual, sonora, táctil, olfativa, etc. de la persona. Algunas de las drogas más fuertes pueden tener poderosos efectos en el modo de pensar de la persona y en la autoconciencia.

Unos pocos alucinógenos proceden de fuentes naturales, tales como la mescalina del cactus peyote y la psilocibina (en los 'hongos mágicos'). Otros, como el LSD, MDA (metilendioxianfetamina) y el éxtasis (metilendioximetanfetamina o MDMA) son sintéticos o semisintéticos. Por ejemplo, el LSD deriva de un hongo que crece en los granos de centeno, pero se transforman por vía química.

Los alucinógenos no tienen usos legales. Los más corrientes son el LSD, el éxtasis y la psilocibina (los 'hongos mágicos'). Otras sustancias tales como la fenciclidina (polvo de ángel) y la mescalina están menos disponibles.

Algunos de los alucinógenos naturales (p. ej., hongos alucinógenos) suelen venderse en su forma natural, pero cuando están refinados (p. ej., la mescalina) pueden suministrarse como líquidos, pastillas o cápsulas. Análogamente, los alucinógenos sintéticos o semisintéticos se producen en forma de pastillas, cápsulas o líquidos (por goteo sobre papel secante, terrones de azúcar u hojas de gelatina).

Los efectos de los alucinógenos varían de acuerdo con su potencia. Por ejemplo, la psilocibina es un alucinógeno relativamente suave y sus efectos suelen ser la relajación, una sensación de bienestar y una ligera distorsión visual de los colores y de la distancia. En contraste, el LSD es mucho más potente y sus efectos pueden incluir vívidas alucinaciones visuales y auditivas, combinadas con distorsión del tiempo, de las distancias y de la integridad personal. Los consumidores son incapaces de controlar sus procesos mentales, y cualquier experiencia desagradable puede conducir a un miedo intenso, ansiedad e incluso psicosis.

LSD

Conocido en la jerga de los consumidores como ácido, pepa, trip Otros nombres con los que se la conoce derivan del aspecto de la pastilla o del dibujo que lleva impreso.

El LSD (dietilamida del ácido lisérgico) es un potente alucinógeno. Se trata de una droga semisintética, un derivado del ácido lisérgico que se encuentra en el hongo cornezuelo (un hongo que crece en el centeno y en otras gramíneas). En su forma pura es un polvo cristalino, blanco, inodoro, soluble en agua. Se fabrica en laboratorios ilegales, principalmente en Europa y en Norteamérica.

El LSD no tiene aplicaciones médicas, pese a que se ha sugerido que podría tener algún uso en el tratamiento de ciertas enfermedades mentales. Es una droga extremadamente potente y, por ello, suele estar muy diluida, y una sola gota contiene suficiente sustancia para una dosis cuando se coloca sobre papel secante, terrones de azúcar, etc., y se toma por vía oral. Alternativamente, la droga puede añadirse a hojas de gelatina o transformarse en pastillas o cápsulas. El LSD fue muy utilizado a finales de la década de los años 60 y principios de los años 70, y de nuevo a finales de los años 80. Su popularidad ha disminuido con la aparición del Éxtasis, y el LSD tiene ahora un número limitado de consumidores.

Los efectos del LSD son impredecibles, y al igual que con cualquier otra droga, dependen de la cantidad que se tome, de la personalidad del consumidor, de su estado de ánimo y sus expectativas, experiencias anteriores con la droga y del ambiente en el que se consuma. Estos factores son particularmente importantes en el caso del LSD debido a que sus propiedades alucinógenas pueden ser muy fuertes. Por ejemplo, si algo en el ambiente se percibe como opresivo o amenazador, bajo la influencia del LSD la reacción de ansiedad leve puede adquirir la forma de terror completamente sobrecogedor.

De ordinario, el consumidor experimenta los primeros efectos de la droga 30 a 90 minutos después de tomarla. Los efectos alucinógenos alcanzan una meseta después de 1 a 2 horas, con reiterados picos de intensidad.

El LSD provoca cambios dramáticos en la percepción, pensamientos y estado de ánimo. Estos pueden incluir:

- Pseudoalucinaciones
- Percepción distorsionada del tiempo (los minutos parecen horas)
- Percepción distorsionada de la distancia, perspectiva y color (los pequeños objetos pueden parecer enormes y los grandes pueden parecer pequeños. Un objeto cercano puede parecer muy distante y viceversa)
- Un cambio en la relación entre el consumidor y sus alrededores (p. ej., un sentimiento de ser 'uno' con el universo, o un sentimiento de terror y soledad)
- Aparente fusión de los sentidos (los sonidos se 'ven', los colores se 'oyen' y los olores se 'sienten')
- Pérdida de control sobre los pensamientos (pensamientos insignificantes adquieren una importancia desproporcionada)
- Experiencias de carácter místico o religioso (la validez de dichas experiencias es cuestionable).

Muchos consumidores habituales experimentan, en algún momento, reacciones desagradables con el LSD (incluso la primera vez que toman la droga). Estas pueden adquirir la forma de sentimientos muy intensos de miedo, ansiedad o depresión. Los consumidores pueden sentir que han perdido su identidad y su sitio en el mundo, y que no hay una realidad a la que agarrarse. Las pseudoalucinaciones pueden dar paso a verdaderas alucinaciones. En algunos casos, este estado psicótico dura varios días, e incluso más tiempo.

Los efectos del consumo de LSD incluyen la dilatación de las pupilas, aumento de la temperatura corporal, del ritmo cardíaco y de la tensión arterial, sudor, inapetencia, insomnio, sequedad en la boca y temblores. Estos efectos suelen pasar desapercibidos para el consumidor ya que los efectos mentales/emocionales de la droga son mucho más fuertes.

La tolerancia a los efectos del LSD se desarrolla rápidamente, haciendo necesario el consumo de mayores cantidades de droga para que produzcan los mismos efectos. A menudo, al cabo de unos días de uso, ninguna cantidad de droga producirá el efecto deseado, aunque después de varios días de abstinencia volverán a producirse los efectos alucinantes.

El abuso continuado de LSD puede dar lugar a la depresión y ansiedad prolongadas. Tras el consumo de LSD se han producido casos de suicidio, y la droga puede inducir a un comportamiento violento y peligroso, causando la muerte o lesiones del consumidor o de otras personas. Los consumidores frecuentes a veces desarrollan signos de lesiones cerebrales, tales como deterioro de la memoria y lapsus de atención, confusión mental y dificultades para pensar de forma abstracta. No se sabe si estos efectos son permanentes o si desaparecen cuado se deja de consumir LSD. Pueden ocurrir 'flashbacks', en los que la persona experimenta los efectos de la droga durante un breve período sin haberla tomado. Esto puede ocurrir hasta dos años después de la última vez que se tomó la droga, y pueden ser muy alarmantes. Una minoría de consumidores habituales de LSD adquieren dependencia psicológica.

MDMA (metilendioximetanfetamina)

Conocido en la jerga de los consumidores como éxtasis. Los demás nombres proceden de la apariencia exterior de la píldora, tal como el color o la imagen que tiene grabada, p. ej., paloma, bolas de nieve, fresas, manzanas, hamburguesas de discoteca, corazones.

El éxtasis (MDMA) es una droga sintética con propiedades alucinógenas y del tipo anfetamina. Su estructura química es similar a la de otras dos drogas sintéticas, el MDA y la metanfetamina. No tiene usos médicos, y ha sido utilizada como droga sólo desde mediados de la década de los años '80. Actualmente, miles de personas consumen el éxtasis de forma regular. Está asociada con la afición por el baile, y por ello suele percibirse como una droga de 'fiestas' o de 'fin de semana', a diferencia de la heroína o las anfetaminas, que tienden a tomarse de forma más regular. Esta percepción fomenta la falsa idea de que el consumo de éxtasis no implica riesgos. Esto no es cierto, pues se desconocen, en gran medida, los efectos a largo plazo.

El éxtasis suele venderse en forma de pastilla o cápsula coloreada que se toma por vía oral. Estimula el cerebro y provoca alucinaciones. El éxtasis afecta los niveles cerebrales de serotonina, un neurotransmisor que está implicado en la regulación del estado de ánimo, sueño, conducta sexual, temperatura y apetito. El éxtasis aumenta los niveles cerebrales de serotonina, provocando un cambio de humor, depresión de la libido y del apetito, estimulación mental y aumento de la temperatura corporal.

El éxtasis induce un sentimiento generalizado de euforia, junto con ráfagas de energía ilimitada, entremezcladas con momentos de calma y relajación. Estos efectos comienzan entre 20-40 minutos después de tomar una pastilla y desaparecen al cabo de aproximadamente 3-4 horas. El pico se produce entre 60 y 90 minutos después de tomar la droga. Los consumidores tienden a sentir primero ráfagas de euforia, que podrían ir acompañadas de náuseas. Se intensifican las sensaciones visuales, auditivas y táctiles. La música ejerce una poderosa influencia sobre el consumidor, especialmente cuando contiene un ritmo repetitivo. Los consumidores hablan de experiencias muy agradables y altamente controlables. El efecto que según se dice hace del éxtasis una droga distinta de las demás es la sensación que induce de comprender y aceptar a los demás (se trata de una sensación inducida por la droga, que no corresponde con la realidad necesariamente).

Los signos del consumo incluyen pupilas dilatadas, náuseas, sudoración, pérdida del apetito y tensión de los músculos de la mandíbula, de los brazos y de las piernas. Muchos de los efectos secundarios derivados del consumo del éxtasis son similares a los causados por las anfetaminas y la cocaína, tales como aumento del ritmo cardíaco y de la presión sanguínea, náuseas, visión borrosa, desfallecimiento, escalofríos y sudores. Pueden ocurrir problemas psicológicos, tales como la confusión, depresión, insomnio, ansiedad severa, paranoia y episodios psicóticos. Dosis más altas pueden provocar alucinaciones, ansiedad, pánico e insomnio. Una vez desaparecidos los efectos de la droga, se nota la apatía, agotamiento y depresión. El éxtasis puede conducir a la ruptura de vasos sanguíneos, hemorragias internas, daños hepáticos y renales, depresión y cistitis y menstruaciones copiosas en las mujeres.

Se desconocen los efectos a largo plazo del éxtasis. Sin embargo, se ha demostrado que la droga análoga, MDA, puede producir la degeneración de las neuronas de serotonina del cerebro, mientras que la metanfetamina, también similar al éxtasis, puede dar lugar a efectos similares en las neuronas de dopamina del cerebro. Es posible que el éxtasis cause también daños neuronales.

Numerosas muertes han sido relacionadas con el consumo de éxtasis. Muchas muertes se producen no debido a los efectos directos de la droga, sino a los efectos del acaloramiento y deshidratación a causa del baile constante y frenético. Se recomienda a los consumidores que beban al menos medio litro de agua cada hora mientras están bailando, para evitar la deshidratación. Deberían beber muy despacio, ya que el beber grandes cantidades de agua rápidamente también puede causar daños. También es muy importante mantener constantes los niveles de sal en el organismo, comiendo o bebiendo zumo de frutas, refrescos o bebidas isotónicas para deportistas. Deben hacerse descansos regulares.

Algunos consumidores de éxtasis han muerto debido a hemorragias cerebrales, que han sido causadas por los efectos cardiovasculares de la droga. Otros han muerto por razones desconocidas después de haber tomado éxtasis.

Analgésicos narcóticos

Los analgésicos son sustancias que alivian el dolor. Los analgésicos leves, tales como la aspirina o el paracetamol, son relativamente inofensivos. Las drogas analgésicas son calmantes mucho más fuertes (analgésicos narcóticos). Algunos analgésicos narcóticos son 'opiáceos' - drogas refinadas de un extracto obtenido de las adormideras (Papaver somniferum) - y otros son compuestos químicos sintéticos.

Los analgésicos opiáceos, que incluyen el opio (la resina obtenida de la vaina de la adormidera), la morfina, la heroína y la codeína, pueden producirse a partir de opio sin refinar mediante procesos químicos relativamente sencillos. Los analgésicos sintéticos se fabrican en forma de polvo, pastillas o líquidos.

Los analgésicos (especialmente los opiáceos) tienen un elevado potencial de abuso. La heroína es el analgésico opiáceo que más se consume, pero también se consumen la morfina y los jarabes para la tos que contienen codeína. Se consumen muchos opiáceos sintéticos, generalmente como alternativa a la heroína. En los últimos años se ha abusado mucho de la metadona (prescrita como una alternativa a la heroína), y ha sido responsable de muchas muertes.

Los analgésicos sintéticos suelen triturarse y los drogadictos se las inyectan. Las pastillas contienen sólidos como la tiza, la cual podría bloquear las venas cuando se inyecta, y causar gangrena o un derrame cerebral.

Los opiáceos y los analgésicos sintéticos tienden a relajar al consumidor. Cuando se inyectan, se produce una 'ráfaga' inmediata (una fuerte ola de agradable relajación y alivio de la ansiedad). Los efectos desagradables pueden incluir inquietud, náuseas, y vómitos. El consumidor puede alternar entre sentirse alerta o adormilado. Cuando se toman cantidades mayores, no es posible despertar al consumidor y la piel se vuelve fría, húmeda y de color azulado. La respiración se hace más lenta y puede producirse la muerte. Cuando los analgésicos se toman en forma de jarabe, pastillas o cápsulas etc. los efectos son similares a los que se producen cuando se inyectan, pero son menos intensos y sin una 'ráfaga' inmediata.

Opio

El opio es una resina ligeramente pegajosa, de color marrón oscuro, con la consistencia de la masilla endurecida. Suele fumarse o ingerirse.

Heroína

La heroína es un poderoso calmante, que disminuye la actividad cerebral, produciendo un sentimiento de relajación, seguridad y bienestar. Fue utilizada en medicina a principios de siglo, y se propagó con rapidez su uso como sedante y anestésico, cuando los médicos no eran conscientes de su potencial como adictivo. Cuando se hicieron patentes los peligros de la heroína, fue sometida a un estricto control. Hoy en día, la heroína no tiene muchas aplicaciones médicas legales, ya que los sedantes y anestésicos sintéticos han reemplazado a los compuestos basados en el opio que se usaron en el pasado.

La heroína pura es un polvo blanco con sabor amargo, procedente de la 'savia' de la adormidera. La heroína ilegal puede variar de color, desde el blanco hasta el marrón oscuro, debido a las impurezas que quedan durante el proceso de fabricación, o a los adulterantes. Suele disolverse en agua y después inyectarse, aunque puede fumarse mezclada con tabaco, o calentarse en una hoja de papel de aluminio e inhalarse los vapores, o ingerirse después de haber sido envuelta en papel.

Hasta hace poco, la mayoría de los consumidores se inyectaban heroína impura, tanto por vía intravenosa, subcutánea como intramuscularmente. La disponibilidad de heroína de mayor pureza hace que, en la actualidad, mayor número de consumidores esnifen o fumen la droga y consigan el efecto deseado. Esto significa que mayor número de personas podrán probar la heroína esnifándola o fumándola, personas que probablemente no la hubieran probado si tuvieran que inyectársela.

La heroína es el más poderoso de los opiáceos, y cuando se inyecta, el consumidor siente una 'ráfaga' inmediata de relajación y bienestar. El dolor físico y emocional desaparece completamente. La razón principal de que los consumidores sigan usando la heroína después de una experiencia inicial es que produce una poderosa sensación de seguridad y tranquilidad.

Los efectos secundarios del consumo de la heroína (especialmente para los nuevos consumidores) incluyen inquietud, náuseas y vómitos. El consumidor puede alternar entre un estado aparentemente alerta y la somnolencia total.

Uno de los riesgos más obvios del consumo de heroína es la sobredosis. La sobredosis puede ocurrir independientemente del método utilizado para el consumo de la droga, pese a que la inyección intravenosa es el más peligroso. La heroína es un depresor e inhibe las funciones vitales tales como la actividad cerebral, la respiración y el ritmo cardíaco. Si se toma una dosis grande (o si la heroína es muy pura) el consumidor podría entrar en coma, y la piel podría parecer fría y pegajosa. La respiración se hace superficial e intermitente y puede producirse la muerte.

Otros riesgos físicos asociados con el consumo de heroína están relacionados con la forma en que se consume la droga. Los consumidores que se inyectan heroína utilizan a menudo agujas o jeringuillas contaminadas. Se incluye el riesgo de infección con SIDA y hepatitis B o C, ambas infecciones graves, y que son corrientes entre los heroinómanos que se inyectan en vena. Existe otro peligro asociado con el consumo de heroína si la droga se combina con otras sustancias. El alcohol, las benzodiacepinas y los barbituratos, que son depresores del CNS, son especialmente peligrosos. Ya que la heroína es también un poderoso depresor del CNS, el efecto combinado de la mezcla de estas drogas puede inhibir el ritmo cardíaco o la respiración, causando fallo respiratorio o cardíaco.

Si la heroína se utiliza habitualmente (muchas veces al día, o sólo dos a tres veces por semana) durante un cierto período de tiempo, se desarrolla la tolerancia. La forma en que se tome la droga no afecta a este fenómeno. Como consecuencia, los consumidores necesitan tomar mayores cantidades de heroína para conseguir el mismo efecto. La tolerancia puede aparecer rápidamente (en unas semanas) y continuará aumentando siempre y cuando el consumidor siga consumiendo heroína con regularidad. Si una persona se abstiene de consumir heroína durante algún tiempo, su tolerancia a la droga disminuye, y si vuelve a usar la droga en las mismas (o mayores) cantidades a las que anteriormente era tolerante, puede producirse fácilmente una sobredosis.

Dejar de tomar la droga puede ser muy difícil debido a que los síntomas de abstinencia son muy severos. La abstinencia puede provocar síntomas tales como la diarrea crónica, calambres musculares, vómitos, insomnio, sudores, ansiedad, y temblores. La perspectiva de tener que pasar por esas experiencias dolorosas desanima a muchos consumidores a intentar el abandono de la droga. Una vez pasado el "mono físico", durante mucho tiempo podría persistir un deseo ardiente por la droga y son frecuentes las recaídas. En general, un heroinómano que desea dejar de usar completamente la droga necesita una fuerte red de apoyo para ayudarle a sobreponerse al deseo que sentirá por la droga.


Inhalantes


Los inhalantes son productos químicos que producen vapores que alteran el estado de ánimo. Existen más de mil productos comerciales diferentes que pueden consumirse debido a sus propiedades alteradoras del estado de ánimo. Pueden dividirse en tres categorías principales:

- Gases volátiles y disolventes, tales como el gas de los mecheros, líquidos de limpieza, pintura en aerosol, disolvente de pintura, líquido de corrección, productos para eliminar el esmalte de uñas, - Gasolina y pegamento.
- Aerosoles, tales como la laca para el cabello, los desodorantes y otros productos en aerosol de los que puede abusarse más por el gas propelente que por el contenido.
- Nitratos, tales como el nitrato de amilo, que se emplea en aplicaciones médicas para los pacientes cardíacos, y el nitrato de butilo, que se utiliza en ambientadores.

Ninguno de los inhalantes más consumidos, incluidos los que figuran en la lista anterior, tienen aplicación médica alguna.

Los efectos del uso de inhalantes tales como los disolventes, el pegamento y los aerosoles etc. se asemejan a los efectos producidos por el consumo de alcohol. A dosis bajas, los consumidores pueden sentirse ligeramente estimulados, debido a la depresión de centros superiores del cerebro, lo que produce una estimulación aparente al reducir la ansiedad y la timidez. Una persona que abusa de los inhalantes puede mostrar un aumento en la autoconfianza y perder el autocontrol. A dosis elevadas, el consumidor podría perder el conocimiento, ya que se inhibe la actividad del cerebro que controla funciones del tipo de la respiración y el ritmo cardíaco. Debido a que los efectos de los inhalantes desaparecen después de un corto período de tiempo, es probable que el consumidor desee repetir la inhalación en un intento de mantenerse 'elevado'. Esto puede conducir a un consumo casi continuo, con posibles riesgos graves para la salud o consecuencias con riesgo de muerte.

Los inhalantes causan distorsión en las percepciones del tiempo y del espacio. Muchos consumidores experimentan dolor de cabeza, náuseas o vómitos, arrastran las palabras al hablar, pérdida de la coordinación motora y problemas respiratorios. El típico 'sarpullido de los esnifadores de pegamento' en las proximidades de la nariz y boca es un signo seguro de abuso de inhalantes. Las ropas, piel y aliento podrían oler a pintura o disolventes.

No hay una forma segura de abusar de los inhalantes. Hay personas que han muerto tras el primer uso, o después de usarlos por algún tiempo.

Esnifar disolventes o aerosoles puede causar fallos cardíacos y la muerte instantánea. Esnifar puede causar la muerte tras el primer uso o cualquier otra vez. Los inhalantes pueden causar la muerte por axfisia debido a que desplazan al oxígeno de los pulmones, o deprimiendo el sistema nervioso central hasta tal punto que la respiración disminuye tanto que finalmente se detiene.

La muerte causada por inhalantes suele ser el resultado de esnifar una elevada concentración de vapores del inhalante (por ejemplo, esnifar de una bolsa donde se han ido acumulando los vapores). La inhalación deliberada en una bolsa aumenta en gran medida el riesgo de axfisia.

Cuando una persona está bajo la influencia de inhalantes, un esfuerzo súbito puede provocar espasmos musculares en la garganta o el corazón, lo que también puede causar la muerte.

La inhalación de gases directamente de los botes de aerosol puede helar la parte posterior de la garganta y causar la muerte por axfisia. Los gases también pueden ser tóxicos.

El abuso a largo plazo de los inhalantes puede causar pérdida de peso, problemas cutáneos, bronquitis, fatiga muscular, problemas de memoria, cambios de humor y pérdida de la concentración. Esnifar de manera reiterada vapores fuertes durante varios años puede causar daños permanentes en el sistema nervioso. Además, el abuso a largo plazo de ciertos inhalantes puede causar daños hepáticos, renales, en la sangre y en la médula. El esnifar pegamento y disolventes de pintura en particular puede producir anomalías renales, mientras que disolventes como el tolueno y el tricloroetileno pueden causar daños hepáticos.

Cuando se usan habitualmente, es probable que se desarrolle una tolerancia a la mayoría de los inhalantes, es decir, el consumidor necesitará inhalar cada vez mayor cantidad para conseguir el mismo efecto

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